miércoles, 20 de marzo de 2013

BULLYING Y / O ACOSO EN EL ÁMBITO ESCOLAR

 Evocar la infancia en la escuela es un placer para muchas personas: se rememora cuándo se aprendió a leer y escribir, dónde se conoció a los primeros amigos y amigas, o simplemente el lugar donde se fue feliz descubriendo la vida. Sin embargo, estos recuerdos pueden tornarse tormentosos para quienes sufrieron acoso escolar.

El acoso escolar surge cuando una niña o niño es víctima de otro u otros infantes. Los insultos, empujones, burlas y hasta los golpes caracterizan este fenómeno, conocido por bullying en otros partes del mundo.
"Cuando eres pequeño y se lo comentas a un adulto, nadie toma la atención debida porque subestiman el dolor que puede causarte una lluvia de insultos y agresividad", explica Pamela (27), quien sufrió en su niñez esta experiencia.

"Apenas ingresaba al colegio, escuchaba una serie de agresiones relacionadas con mi peso porque siempre fui de constitución gruesa y aquello me dejaba tan triste que lloraba inconsolablemente en los recreos y cuando estaba sola", añade.

El relato de Pamela se queda corto comparado con el drama que le tocó vivir, años más tarde, en la adolescencia, junto al doloroso recuerdo de los insultos y burlas que dejaron una clara huella en su personalidad.

"Mis padres temían por mi vida, porque me torné depresiva a los 15 años. Me gustaba ver películas de personas que se suicidaban y hablaba recurrentemente del tema", señala y agrega que el maltrato escolar había sido la causa de que su estima se encontrara por los suelos y su existencia corriera peligro.

"Pensaba que no valía nada y era una persona insignificante, que no merecía nada bueno; hasta intenté atentar contra mi persona", describe y asegura que sólo la ayuda de un terapeuta pudo sacarla de "aquel oscuro hueco" de baja autoestima.

Carola (22) es otra joven que vivió el bullying y su experiencia, aunque dista de la de Pamela, también marcó su vida.

"Nunca imaginé que lo que me pasó de niña iba a reflejarse en mi personalidad cuando crecí, pero todas las burlas de otros niños sobre que yo era muy fea, tenía lentes de botella y pelo electrificado, me marcaron", considera la entrevistada.

Carola, a lo largo de su joven vida, decidió "probar nuevas experiencias", como ella lo califica. "Me la pasaba de fiesta en fiesta, usé drogas y fui promiscua sexualmente".

Aquel proceder le generó una serie de problemas, con lo cual su integridad física y emocional se tambaleó.

"Mi forma de tomarme la vida me llevó al extremo, porque mi cuerpo estaba cansado de las sustancias, las noches desveladas y la soledad. Además, entré en un período depresivo que me dejó tendida en la cama, sin hacer nada, porque me sentía muy sola y vacía".

Carola fue desintoxicada y tratada con fármacos para superar aquel problema, y además recibió terapia psicológica.

La psicóloga y terapeuta Marina Montes sostiene que el acoso escolar es un tema que recién se visibiliza, pero que puede generar muchos daños en las víctimas.

"Podemos hablar de cuatro tipos de manifestaciones que a menudo afectan a los infantes y son: acoso físico, verbal, psicológico y social. Durante mucho tiempo, que un chico empuje a otro, una niña insulte a otra o un grupo escolar excluya a un alumno ha sido tomado como hecho normal y los adultos no han intervenido", dice la especialista a SEMlac.

Sin embargo, la intervención adecuada de un adulto podría detener el problema, alerta, ya que la falta de atención genera que un niño o niña se torne temeroso, introvertido, llore sin razón, tenga pesadillas, no quiera comer, tenga bajo rendimiento académico, vómitos, moretones o se torne agresivo.

Estas reacciones caracterizan a la víctima infantil cuando sufre acoso escolar, pero posteriormente se manifiestan las secuelas más graves, ya en la edad adulta, con perjuicio para el normal desarrollo laboral y afectivo-emocional: baja autoestima o menosprecio por sí mismos, depresión, comportamientos y acciones autodestructivas, inadaptación social y tendencias al suicidio.

"El acoso escolar es un fenómeno complejo, porque aparte de la víctima, que es un niño o niña, hay un victimario que es también una u otro niño. La razón de ese proceder es que el agresor siente poder y hasta el placer de generar daño. Ante esto, deberíamos preguntarnos cómo se educa a los hijos", precisó.

Estudios realizados en el Reino Unido demuestran que las víctimas desarrollan tendencias suicidas y las más afectadas son mujeres, señaló la especialista.

En esta línea, el Instituto Psiquiátrico de Nueva York y de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, realizaron una investigación de acoso escolar con 5.302 niños finlandeses nacidos en 1981.

Los autores destacan que "es más común el intento de suicidio o su consecución entre chicos que han sido víctimas frecuentes, frente a los que no tienen comportamientos de bullying".

Sin embargo, en las chicas, ser víctima frecuente está relacionado con un mayor riesgo de que se quiten la vida en la adultez y, usualmente, antes de los 25 años.

"Las niñas parecen más vulnerables a los acontecimientos estresantes que suceden en la vida, además de que sus factores genéticos las hacen más proclives a la depresión", concluyeron.

Según los autores, esos datos encierran un importante mensaje de salud pública. "Se deben desarrollar estrategias de prevención de suicidio (…) especialmente entre los estudiantes involucrados en conductas de acoso escolar", indicaron.

Para la psicóloga Montes, un punto focal está en las escuelas. "Los maestros y personal de educación deben empaparse de este tema y parar cualquier maltrato o violencia entre infantes, porque el acoso escolar no es juego de niños, sino un fenómeno que traumatiza y deja graves secuelas en las personas", remarcó.

Montes agrega que los educadores son piezas fundamentales en este tema. Cuando observan que hay un infante o adolescente en tal situación, deben actuar inmediatamente y frenar las agresiones, recomienda.

FUENTE: SEMLac - Por Liliana Aguirre.-

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