FEMICIDIO EN PENAL ENTRERRIANO
Vanesa Ocampo fue asesinada por su pareja en la unidad penal de Gualeguaychú. Nadie escuchó su pedido de ayuda cuando era ahorcada, frente a su hija. La institución carcelaria la puso en riesgo y Marcelo Schiaffino no dejó pasar la oportunidad. Otra víctima de la violencia machista en la provincia.
Sucedió puertas adentro. Allí donde permanece invisibilizada la violencia contra las mujeres. No importó que hayan estado dentro de un penal, porque lo que ocurría entre esas cuatro paredes parecía pertenecer al terreno exclusivo del varón: dueño, amo y señor. Él se abalanzó sobre ella, usó su fuerza para quebrarla, decidió robar con sus propias manos hasta el último de sus alientos y la vio morir. ¿Quién se metería entre “su mujer” y él? (como él mismo la nombró ante los oficiales).
Sucedió puertas adentro. Allí donde permanece invisibilizada la violencia contra las mujeres. No importó que hayan estado dentro de un penal, porque lo que ocurría entre esas cuatro paredes parecía pertenecer al terreno exclusivo del varón: dueño, amo y señor. Él se abalanzó sobre ella, usó su fuerza para quebrarla, decidió robar con sus propias manos hasta el último de sus alientos y la vio morir. ¿Quién se metería entre “su mujer” y él? (como él mismo la nombró ante los oficiales).
La bronca desgarra ante tanta impunidad, que se repite cada semana y se cobra otra víctima. Nos matan con creciente crueldad y todo indica que los varones continúan teniendo las garantías para que eso pase. Las instituciones son cómplices, por colaboración u omisión. Y así es que una mujer siquiera puede sentirse protegida rodeada de policías, con rejas y otros mecanismos que, más que cuidar, forman parte de una puesta en escena.
A Vanesa Ocampo la dejaron sola, la pusieron en riesgo por total desidia. Sabían quién estaba detenido y por qué: Marcelo Schiaffino secuestró, torturó y prostituyó a una menor; sin embargo, no se tomaron el trabajo de adoptar los recaudos necesarios, simplemente, no les interesó. Dirán que estaban en una situación “íntima”, que no podían interferir, pero lo cierto es que para el patriarcado las mujeres somos objetos intercambiables… ¡Vaya si se equivoca!
Se equivocan quienes creen que pueden hacer con nosotras lo que se les plazca. Se equivocan quienes todavía piensan que nos vamos a quedar calladas cada vez que nos asesinan, violan, venden, desaparecen. Porque tenemos derechos, porque somos valiosas y porque no aceptaremos cargar con la afirmación que aún hoy nos condena: cuerpo de mujer, peligro de muerte.
Nota de la autora: otra vez un femicida se lastima para “hacer como que” merece un castigo. ¿Será que nos toman por tontas? ¿Creerán que vamos a comprarnos esa imagen de arrepentido? Acá las víctimas son dos, ambas mujeres.
FUENTE: TELARAÑA ( periodismo narrativo) por Betiana Spadillero Gaioli
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