Indirectamente, el abusador/controlador amenaza sutilmente con que nunca podrás dejarlo ni tener otras parejas, recordándote que en el pasado hay gente que lo ha pagado caro por no atenerse a sus deseos. A menudo hace insinuaciones como: "Conozco gente que puede hacer que otros desaparezcan". Las amenazas indirectas proceden también de las historias que cuenta: cómo se vengó de aquellos que lo han hecho enfadar en el pasado. Estas historias de venganza las cuenta para que la víctima sepa que la venganza es posible si se marcha.
Ser testigo de violencia o amenaza supone también una amenaza percibida. Ser testigo de un estallido violento dirigido a un televisor, a otras personas en la carretera o una tercera persona nos envían el mensaje de que podemos ser el siguiente objetivo de un acto violento.
La percepción de "un pequeño gesto amabilidad"
En situaciones de amenaza y supervivencia, buscamos evidencias de esperanza, un pequeño signo de que la situación puede mejorar. Cuando el abusador/controlador muestra a la víctima cierto grado de amabilidad, la víctima lo interpreta como un rasgo positivo del secuestrador. En situaciones de secuestro criminal o de guerra, a menudo es suficiente con dejar a la víctima vivir. Conductas nimias como dejarlos que vayan al lavabo o proporcionarles agua y alimentos son suficientes para fortalecer el síndrome de Estocolmo en los rehenes.
En las relaciones de pareja con abusadores, una tarjeta de cumpleaños, un regalo (generalmente tras un periodo de abuso) o un trato especial se interpreta no sólo como algo positivo, sino como una evidencia de que el abusador no es tan malo y puede corregir su conducta en algún momento. Los abusadores y controladores a veces son vistos de manera positiva por no abusar de su pareja en ciertas situaciones en que suele abusar verbal o físicamente de ella. Una pareja agresiva y celosa puede mostrase intimidante y abusiva en ciertas situaciones sociales, como cuando un compañero de trabajo del sexo opuesto hace un gesto de saludo entre la multitud. Tras ver el saludo, la víctima espera el abuso verbal y cuando no sucede, interpreta de manera positiva ese "pequeño gesto de amabilidad".
Algo similar sucede con la percepción del "lado blando". A lo largo de la relación, el abusador/maltratador puede compartir información acerca de su pasado: cómo lo maltrataron, abandonaron o abusaron de él o ella. La víctima empieza a pensar que el abusador puede ser capaz de corregir su condutac o, aún peor, ver al abusador como una víctima. Puede desarrollar compasión hacia el abusador y a menudo escuchamos a la víctima con síndrome de Estocolmo defender a su secuestrador ("Ya sé que me rompió la mandíbula y las costillas, pero tiene problemas. tuvo una infancia terrible").
Los maltratadores pueden admitir que necesitan ayuda psiquiátrica o reconocer que están mentalmente perturbados. Sin embargo, casi siempre sucede después de haber abusado o intimidado a la víctima. Este reconocimiento es un modo de negar la responsabilidad por el abuso. En realidad, los criminales y personas con trastornos de personalidad han aprendido a través de los años que pueden minimizar la responsabilidad personal por sus conductas abusivas o violentas si echan la culpa a su mala crianza, abuso en la infancia y, ahora, los videojuegos. Un asesino culpo a la "comida basura" de su comportamiento. Aunque puede ser cierto que el abusador/controlador tuviera una infancia difícil, mostrar compasión por su historia no produce cambios en su conducta y, de hecho, prolonga el intervalo de tiempo en que serás víctima de abusos. Aunque las historias tristes siempre están incluidas entre sus disculpas (tras el maltrato) su comportamiento nunca cambia. Ten en cuenta que una vez que dejen de ablandarte sus historias tristes buscará otro método.
FUENTE: Autor: Joseph M. Carver, psicólogo.-
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