martes, 30 de julio de 2013

BANCAR EL ABORTO CLANDESTINO ES DE CARETA

No seremos originales, porque le vamos a hablar a lxs detractorxs, pero revisaremos una serie de mitos que recorren la legalización del aborto. Frente a la gilada y el negocio de la violencia, tolerancia cero.





Una horda de mujeres saldrá a practicarse abortos, ya que será gratis y seguro.
No sea idiota y sáquese las anteojeras: las mujeres ya se realizan abortos en la actualidad y desde el año del jopo. 


Ahora, cuando una mujer decide interrumpir un embarazo que no desea, puede, en el mejor de los casos, entrar en el circuito clandestino con alguna persona que sepa lo que está haciendo y que le cobrará miles de pesos, o, a riesgo de perder la vida o quedar mutilada, clavarse una aguja, golpearse, meterse un palo infectado. También puede ser que pruebe con “recetas naturales” que no le harán nada más que aumentar su frustración e infelicidad. El aborto es una práctica muy extendida, pero somos tan estereotipadxs e hipócritas que pretendemos mirar para otro lado.

Las mujeres se volverían más imprudentes de lo que son.
Aquí es importante volver a insistir en un punto que, aunque obvio, es llamativamente olvidado en forma recurrente:


las mujeres no tienen la capacidad de embarazarse solas. Entonces, cuando se entere que una mujer quedó embarazada, tenga en cuenta que también un varón estuvo involucrado, y deje los milagros para las biblias.
Tener en cuenta esto es primordial para visibilizar que muchas veces los embarazos no deseados son producto de violaciones y abusos, y que otras tantas veces las mujeres encuentran dificultades, normas culturales mediante, para negociar el uso de preservativos con sus parejas sexuales. 


Y en el caso de que esos embarazos no deseados fueran producto del fragor del momento, de un descuido, de una falla, piense en lo injusto que resulta que, frente a la consecuencia que ambxs acarrearon, el varoncito tenga la libertad de seguir con su vida y la mujer pueda perder la suya o ser estigmatizada en el mismo momento. O admita que considera que la mujer debe ser castigada (fea, misógina e injusta la actitud).
Quienes están a favor del aborto, la quieren arreglar fácil.
Bueno, acá se comete un primer error y es el de suponer que hacerse un aborto es fácil. Cualquier mujer que conozcamos se hizo uno o varios abortos o conoce a alguna mujer muy cercana que ha realizado esta práctica. Sabemos que el aborto es un drama en nuestro país, porque con el peso de los grupos conservadores y eclesiásticos lo único que abunda es la misoginia, la desinformación y la falta de recursos, sumado a la carga emocional que recibe quien realiza algo que, aunque legítimo, está penado por la ley y por la careteada en general. Entonces, si creés que hacerse un aborto es como comer un chicle, sos medix pelotudx.



 Las mujeres no se embarazan para abortar luego, como se pone la mesa para cenar, así que lo primero que hay que evitar son los embarazos no deseados, de ahí un eslogan que seguramente ya leyó: educación para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir. No obstante, el “aborto 0″ es un gran mito, porque, aún en las situaciones educativas y materiales más ideales, la práctica heterosexual de nuestras sexualidades puede conllevar algún descuido o falla, porque somos humanxs y usamos métodos construidos por humanxs.
Una mujer que aborta no puede seguir con su vida, queda mutilada emocionalmente para siempre.
Decíamos recién que hacerse un aborto no es igual que hacer una fiesta. Sin embargo, esto no debe confundirse con pensar que la mujer que aborta se queda sin alma. Este pensamiento seguramente esté asociado a la idea de que la mujer naturalmente quiere ser madre, siempre quiere ser madre, quiere ser madre de muchxs chiquitxs y así sucesivamente. Algunas mujeres quieren todo eso y otras simplemente, no. Porque ser mujer no es sinónimo de ser madre y porque a veces las mismas mujeres abortan embarazos para proteger maternidades que ya están transitando o deseando ser madres en el futuro. Maternidad y aborto no son mutuamente excluyentes de una vez y para siempre, así como mujer y madre no son sinónimos. La noción de la mujer como un ser eterno de pureza corre también frente a una violación, cuando se espera que nunca sea superada como prueba de la poca integridad que le quedaría a una mujer ultrajada.
La mujer no puede decidir sobre la vida de un/a otro/a.
Lamentablemente, debemos exigirle el reconocimiento de que cuando una mujer decide sostener un embarazo está decidiendo por otra persona. Pasa que aquí, como no se aleja de la expectativa social que le dicta el deseo de maternar, nadie se da cuenta, o nos hacemos las sotas. Pero las personas que nacen debieron contar con una mujer que decidiera sostener un embarazo y parir. Siempre hay una decisión ante un óvulo fecundado, deje los repollos y las cigüeñas para los relatos fantásticos.
Recuerde que una discusión sobre maternidades, embarazos y aborto, si realmente pretende ser seria y no un “juguemos a discutir, total hablar es gratis”, no debe girar en relación a “aborto sí o aborto no”, porque eso ya lo decide cada mujer. Debería discutirse en torno a si seguiremos jugando siniestramente con las mujeres o reconoceremos sus vidas como igualmente válidas que las de los hombres.



Volvamos más equitativas las relaciones y legitimemos las decisiones de las mujeres, y tendremos un mundo mejor.

fuente: LETERMONDE.COM - POR PROVENZÍN

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