martes, 9 de abril de 2013

¿ CUÁNDO LA MEDICINA TENDRÁ UNA VISIÓN FEMENINA?







La atención y el tratamiento de la salud no es igual si la paciente es una mujer o un varón, y tampoco si el médico es varón o mujer. El género de ambos puede determinar tanto discriminación como una empatía particular, depende de cuán sensibilizados estén con las diferencias y desigualdades entre sexos y géneros. En esta nota dos médicas –una cardióloga y una ginecóloga- desmenuzan las prácticas discriminatorias y la ignorancia que aún persiste para las mujeres, sobre todo como pacientes pero también como médicas.





 Si a lo largo del tiempo, la medicina ha sufrido transformaciones, un factor parece permanecer invariable y es el lugar del  saber, instalado del lado de quienes ejercen la profesión. Y como saber implica la posibilidad del ejercicio de distintas formas de poder, se impone la cita a Michel Foucalt. “La mirada médica es la que abre el secreto de la enfermedad”, dijo el filósofo en El nacimiento de la clínica. Cuando alguien llega a consulta, no lleva una patología, lleva un síntoma que identifica y reconoce en su propio cuerpo. La escucha profesional frente a esa manifestación será clave en la respuesta que se ofrezca.  Así, los cuerpos de las mujeres han sido históricamente interpretados por los varones, erigidos en dueños del conocimiento científico.  Aun hoy, cuando las mujeres ejercen la medicina tanto o más que los hombres, el dominio sexista persiste en la práctica. En especialidades exclusivas, como la ginecología y la obstetricia, al igual que en la cardiología, que supo de ser de prevalencia masculina y hoy es un riesgo emergente  para las mujeres.

Alicia Lapidus – ginecóloga jefa del servicio de obstetricia del Hospital Fernández – y Silvia Caputo – cardióloga con más de 25 años de consultorio en la Ciudad de Buenos Aires, coinciden en que han sido formadas para tener siempre una respuesta, para no dudar. Sin embargo, ambas saben decir “no sé” cuando así lo consideran.  Y desde ese lugar actúan.

Caputo da cuenta de diferencias, entre sus colegas, en la escucha de los síntomas según se trate de varones o mujeres. Desde ataques de pánico que no lo son a muertes asociadas a diagnósticos tardíos y síntomas de enfermedades leídos como histeria. El diagnóstico que sobreviene es claro: atender a los síntomas de las mujeres con un sesgo sexista puede costarles hasta la vida.

Lapidus es, además, psicoanalista. Dado que la salud mental de las mujeres – históricamente – ha sido colocada en el útero, puede sonar paradójico. Ella lo ironiza: “algo de eso todavía hay; cuando menstruamos nos dicen locas porque estamos en esos días y cuando dejamos de menstruar nos dicen locas porque estamos menopáusicas”. Consultada sobre los modos en que la medicina interviene en los ciclos vitales femeninos es categórica: “la mujer es la dueña del cuerpo y tiene que poder elegir lo que quiere.” En una rama de la profesión dirigida exclusivamente a mujeres, los ámbitos de decisión siguen mayormente ocupados por varones.

A continuación, los textuales de estas dos profesionales, desde el otro lado del consultorio.

De medicamentos y otras yerbas

LAPIDUS: “Además del mandato de nuestra profesión a responder a todo, hay también una demanda social a obtener una solución. En esa tensión, a veces, se medica innecesariamente. Es imprescindible conocer a las pacientes para acompañarlas en la búsqueda del bienestar. Yo tengo una ficha de cada una y la leo antes de hacerlas pasar al consultorio, entonces, aun cuando haya pasado un año desde la última visita, la conversación continúa. Sé si están en pareja, de qué trabajan, con quién viven, además de porqué consultan”.


En cuerpos de antes y de hoy

CAPUTO: “Se han hecho muchos estudios en los últimos años  respecto a mujeres porque tradicionalmente se consideraba que el infarto era de predominancia masculina. Esto era un poco cierto en otra época. Cuando las mujeres no salían a trabajar, no fumaban,  el estrés y el tabaquismo como factores de riesgo  eran menores e incidían en que la enfermedad coronaria fuera mayor en los hombres. Luego, estos factores de riesgo también  fueron incorporados a las mujeres, que además, tienen los otros: la diabetes y la hipertensión arterial, la dislipidemia. En el caso de las mujeres, estos factores comienzan a ser más notorios en un periodo de la vida más añoso; las mujeres se enferman del corazón, en general, cuando son más grandes que  los hombres. El período de mayor riesgo de enfermedad coronaria es la menopausia, por la ausencia de estrógenos, es una cuestión fisiológica. Eso es lo que está pasando ahora”.

LAPIDUS: “Los medicamentos tienen ciclos. Cuando aparecen se presentan como la cura maravillosa para todos los males, luego sobreviene el desencantamiento y finalmente el equilibrio. En el caso de la menopausia, durante cuarenta años se indicaron complementos hormonales a todas las mujeres porque se decía que prevenían los infartos post – menopausia.  En el año 2003, se hizo el “estudio del millón de mujeres” y se demostró no solo que no servían para prevenir enfermedad cardiovascular, sino que – en algunos casos – aumentaba la incidencia de riesgo de cáncer de mama. Aunque este riesgo no hubiera existido, igual no tenía sentido dar a una mujer sana un medicamento que no le iba a aportar ningún beneficio. Hoy, la tendencia en la menopausia es medicar el síntoma solo a las mujeres que les afecta en su calidad de vida y las limita en sus actividades. Hay también compuestos naturales que dan buenos resultados, pero es decisión de cada médico, ofrecerlos o no”.

Entre “histerias”, incertezas y  riesgos públicos y privados

CAPUTO: “Tradicionalmente se ha considerado la sintomatología de la enfermedad coronaria asociada a lo que siente un hombre, un  dolor de pecho típico, opresivo, que se presenta ante esfuerzos. En las mujeres  el dolor es distinto, más inespecífico, más atípico, y aparece tanto con, como sin esfuerzo. Se subestima,  todavía en la actualidad,  la molestia precordial de la mujer, como causada por su estado nervioso, su estado de ansiedad,  – la histeria -. Si bien no podemos decir que hoy se subestime tanto como años anteriores, todavía se escucha a colegas decir esa mina es una histérica y le duele el pecho. Sin embargo, muchas veces,  cuando a esa mina se le hace un estudio, tiene una enfermedad  coronaria gravísima, y en algunos casos hasta tiene que ser operada para evitar el infarto. Lamentablemente,  en otras circunstancias,  al no escucharse ese síntoma de la manera adecuada y colocarlo en un contexto despectivo respecto a su estado de ansiedad, la mujer se infarta  y se muere. Los infartos en las mujeres suelen ser más  graves porque,  en general, son más añosas. En conclusión, tenemos que escuchar a la mujer porque el síntoma es diferente del  hombre y no debemos subestimarlo, porque la enfermedad coronaria es una de las principales causas de muerte en la mujer en la actualidad”.

LAPIDUS: “Respecto a la maternidad, soy defensora del parto natural, pero no del domiciliario. Creo que hay condiciones mínimas que debe tener una maternidad para garantizar cualquier inconveniente que pueda surgir. En el hospital público la incidencia de cesáreas es significativamente menor que en las clínicas privadas. El sistema privado no está adecuado a la espera del tiempo de la mujer, entonces muchas veces se termina en cesárea. Por otra parte la sociedad en su conjunto ha perdido la paciencia y la capacidad de tolerar la incertidumbre y se demandan resultados inmediatos. En el hospital estás de guardia 24 horas y nada cambia si el parto se produce ahora o dentro de seis horas. Cuando una mujer está en trabajo de parto no puede analizar y decidir trasladarse de clínica si no está conforme con la atención que se le está brindando. Lo que sí puede hacer es, previamente, informarse sobre las estadísticas de partos naturales de su médico o de la institución. Por otra parte, en el hospital no hay peridural y eso no es justo. En un parto humanizado debe existir la posibilidad de elegir. Quienes hacen los presupuestos deciden cuántos anestesistas habrá y para qué se usarán. Y ahí hay un tema de género. Andá a decirle a un varón que le vas a sacar una muela sin anestesia, porque no es imprescindible”.



Sin cupos ni ataques de pánicos

CAPUTO: “La consulta de la mujer hoy en el consultorio cardiológico es más frecuente.Antes, ella misma consideraba  que no tenía por qué tener ningún problema cardíaco, que era cosa de hombres. Los  síntomas por los que  consultan son palpitaciones, falta de aire y dolor de pecho. Es llamativo ver que la mujer rápidamente se auto diagnostica ataques de pánico. Los médicos tenemos que estar atentos, porque  no siempre es ataque de pánico;  diría que casi nunca. Hoy las mujeres traen consultas que están relacionadas con las características de su vida: el estrés  laboral, el estrés de la casa,  los hijos, sumado a situaciones complejas de pareja que se están observando en los últimos tiempos. Hay mujeres mayores de 60 años que comienzan a tener problemas de pareja porque asumen situaciones que hasta ahora no se habían animado a asumir. Todas  estas cosas las llevan a tener  síntomas, de los que – a veces -  surgen patologías, no solo coronarias, sino también eléctricas, como son las arritmias, que en ocasiones  requieren medicación.”

LAPIDUS:En general, en los puestos gerenciales hay muchas menos mujeres. En la sociedad de obstétrica y ginecología de la ciudad, más del 70% de los puestos están ocupados por varones. En una sociedad en la que la mayor parte de quienes ejercemos somos mujeres y la totalidad de las pacientes son mujeres. Se trata de la famosa cúpula de cristal, las trabas no son visibles pero operan. Un ejemplo claro son los horarios de reunión, se programan reuniones a la hora de la cena, cuando las mujeres tenemos que cenar con nuestros hijos y no podemos ir. Entonces se concluye en que no queremos participar. En cambio, en la sociedad de ginecología infanto juvenil, más asociada al cuidado “femenino” de la infancia y adolescencia, la mayoría son mujeres. ¿Sabés a qué hora hacen las reuniones? A mediodía y funciona muy bien para todas. Hoy la profesión se está feminizando, se reciben cada vez más cantidad de mujeres, porque el sueldo del médico ya no es el más importante de una casa. Con el tiempo, probablemente, vayan cambiando las cúpulas. Por ahora, para los cargos electivos debería haber discriminación positiva vía ley de cupos para lograr la igualdad de oportunidades”.


FUENTE: COMUNICAR IGUALDAD - POR Por Lourdes Landeira

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