La organización Panamericana de la Salud publicó el informe La violencia contra la mujer en América Latina y el Caribe- Un análisis comparativo de los datos poblacionales provenientes de 12 países, en el que compara la situación de la violencia contra la mujer en Bolivia, Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, Nicaragua, Paraguay, Perú y República Dominicana a partir de las encuestas de prevalencia realizadas en cada uno de esos países. En este artículo presentamos las principales conclusiones del informe y la posibilidad de descargar el resumen del mismo en español. El informe completo por ahora está sólo en inglés.
1) La violencia contra la mujer infligida por el compañero íntimo está generalizada en todos los países de América Latina y el Caribe donde se realizaron estas encuestas DHS y RHS, pero la prevalencia varía según el entorno. La mayoría de las encuestas han revelado que entre la cuarta parte y la mitad de las mujeres declaraban haber sufrido alguna vez violencia de parte de un compañero íntimo.
2) La violencia infligida por un compañero íntimo comprende desde actos moderados ocasionales hasta situaciones prolongadas y crónicas de malos tratos, a veces llamadas ‘golpizas’. En todas las encuestas recogidas en este análisis, la mayor parte de las mujeres que habían sufrido algún tipo de violencia física alguna vez declaraban haber sufrido actos ‘graves’, como puñetazos o amenazas con un cuchillo u otra arma, o heridas causadas por un arma. Además, muchas mujeres declaraban haber sido forzadas por una pareja a tener relaciones sexuales.
3) El maltrato emocional y los comportamientos controladores también están generalizados en estos países.Una gran proporción de mujeres de la Región declararon que su pareja actual o más reciente había recurrido a tres o más comportamientos controladores, como tratar de aislarla de la familia o los amigos, insistir en saber en todo momento dónde estaba ella, o limitar su acceso al dinero.
4) El maltrato emocional y los comportamientos controladores están estrechamente vinculados a la violencia física de parte del compañero íntimo. El maltrato emocional resultó relativamente poco frecuente (entre un 7,0% en Haití 2005/6 y un 18,9% en Bolivia 2008) entre las mujeres que habían informado ninguna violencia física infligida por el compañero íntimo en los 12 meses precedentes.
5) Factores sociodemográficos asociados con la violencia de parte del compañero íntimo varían según el país. Los factores más fuertes y constantes asociados con la violencia infligida por un compañero íntimo resultaron ser los siguientes: estar separadas o divorciadas, alta paridad (número de hijos nacidos vivos) y tener antecedentes de malos tratos físicos del propio padre hacia la propia madre.
6) La prevalencia y las probabilidades de violencia de parte de un compañero íntimo no siempre son más altas entre las menos ricas o menos instruidas. Sin embargo, en algunos países, los niveles más altos de violencia infligida por un compañero íntimo eran los informados por mujeres de niveles intermedios de riqueza o instrucción, y no de los niveles más bajos. Se han comunicado resultados similares en otros lugares del mundo,13 y Jewkes (2002) argumenta que las mujeres pueden correr riesgos particulares de violencia infligida por el compañero íntimo en entornos donde la instrucción y el empleo crecientes de las mujeres están poniendo en entredicho los roles tradicionales de género—posibilidad que merece la pena considerar en América Latina y el Caribe, donde se están produciendo cambios importantes en los roles y el empoderamiento de las mujeres.
7) Las mujeres señalan muchas situaciones diferentes que ‘desencadenan’ violencia de parte del compañero íntimo, pero en casi todos los entornos el consumo de alcohol por parte de este desempeña un papel importante. Este resultado corresponde con un gran número de estudios que documentan que el abuso de alcohol por los hombres aumenta el riesgo de que las mujeres sufran violencia de parte del compañero íntimo,14,15 incluido un análisis de los datos del Estudio multipaís de la OMS.
8) La violencia infligida por el compañero íntimo a menudo tiene consecuencias graves para la salud física y mental. En los 12 países estudiados, una gran proporción de mujeres que habían sufrido violencia infligida por un compañero íntimo alguna vez o en los 12 meses precedentes declaraban haber resultado físicamente lesionadas, incluidas lesiones ‘menores’ como contusiones y dolores, así como lesiones más ‘graves’, como fractura de huesos, quemaduras o cuchilladas. (…) entre la mitad y más de las dos terceras partes de las mujeres que habían sufrido violencia infligida por un compañero íntimo en los 12 meses precedentes declararon haber presentado como consecuencia de esa violencia ansiedad o depresión suficientemente graves para no poder realizar su trabajo habitual. (…) las mujeres que habían sufrido violencia física o sexual infligida por el compañero íntimo en los 12 meses precedentes tenían significativamente más probabilidad de haber contemplado o intentado el suicidio en las cuatro semanas precedentes, en comparación con las que nunca habían sufrido esa violencia.
9) La violencia infligida por el compañero íntimo está estrechamente vinculada a varios indicadores clave de salud reproductiva. La prevalencia de violencia física o sexual infligida por el compañero íntimo alguna vez o en los 12 meses precedentes era significativamente mayor entre las mujeres que informaban una edad más temprana al primer nacimiento, entre las que habían tenido un mayor número de hijos nacidos vivos y entre aquellas cuyo último nacido vivo había sido no planeado o no deseado. (…) los embarazos no planeados y no deseados eran significativamente más frecuentes entre las mujeres que informaban violencia infligida por el compañero íntimo alguna vez en comparación con las que no.
10) La búsqueda de ayuda por las mujeres que sufren violencia varía ampliamente según el país. Las mujeres mencionaron muchas razones diferentes por las cuales no habían pedido ayuda, entre ellas vergüenza, temor a represalias, no saber adónde ir y no creer que alguien las ayudaría.
11) Una gran proporción de mujeres de América Latina y el Caribe informan haber sufrido violencia sexual en algún momento de su vida, perpetrada principalmente por hombres conocidos por ellas. En la mayor parte de las encuestas, la mayoría de estas mujeres que habían informado violencia sexual la habían sufrido a manos de un compañero íntimo.
12) La iniciación sexual forzada y no deseada ocurre a edades tempranas para muchas mujeres jóvenes y niñas en la región. Cuando los investigadores dieron a las mujeres jóvenes la opción de declarar que su primera relación sexual no había sido deseada, sin tener que llamarla ‘forzada’, en la encuesta RHS Jamaica 2008/9 y en las encuestas del Estudio multipaís de la OMS en Brasil y Perú, una gran proporción de mujeres informaba que su primer relación sexual no había sido deseada.
13) La exposición a la violencia en la niñez aumenta el riesgo de otras formas de violencia en etapas posteriores de la vida y tiene importantes efectos intergeneracionales negativos. (…) el factor de riesgo más consistentemente asociado a la violencia física o sexual infligida contra la mujer por el compañero íntimo era en todos los países una historia familiar de ‘padre golpeador de la madre’. (…) los niños que vivían en hogares donde las mujeres habían sufrido violencia de parte del compañero íntimo tenían probabilidades significativamente mayores que otros niños de ser castigados con golpes, palizas, azotes o bofetadas.
14) La aceptabilidad de la violencia contra la mujer infligida por el compañero íntimo está generalizada, pero varía según el entorno. La aceptabilidad de los golpes contra la esposa era significativamente mayor entre las mujeres rurales que entre las urbanas, y entre las que habían sufrido violencia física o sexual de parte de un compañero íntimo en los 12 meses precedentes, en comparación con las que no la habían sufrido. (…) el acuerdo de las mujeres con la aceptabilidad de que el marido golpee a la esposa resultó menor en la encuesta más reciente que en la anterior.
15) Está generalizado en la Región el acuerdo con normas que fortalecen las desigualdades de género, desaniman a las mujeres de pedir ayuda o restan importancia a la responsabilidad de terceros de intervenir en situaciones de malos tratos. La proporción de mujeres favorables a que una esposa obedeciera a su esposo aunque estuviera en desacuerdo con él oscilaba entre poco más de la cuarta parte de las mujeres en Paraguay urbano 2008 y casi las tres cuartas partes de las mujeres en Guatemala rural 2008/9. Además, proporciones sustanciales de las encuestadas estaban en desacuerdo con que personas ajenas intervinieran en ayuda de una mujer maltratada por el esposo o con que se hablara de problemas familiares con personas no pertenecientes a la familia.
FUENTE: COMUNICAR IGUALDAD - POR SANDRA CHAHER
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